El Cardenal Robert Sarah ha sido el encargado de presidir este año la festividad de san Juan de Ávila. Festividad que año tras año, va cobrando más relevancia, ya que es en torno al Santo Maestro donde el 10 de mayo, se da cita el presbiterio de la Diócesis cordobesa para honrar al que fue considerado como un Maestro de Santos.
En esta ocasión, la jornada comenzó en el Ayuntamiento de Montilla, donde el Alcalde y la corporación municipal recibieron al Cardenal acompañado por el Obispo de Córdoba. Allí el Alcalde calificó a san Juan de Ávila como un referente para los montillanos, al tiempo que el Cardenal firmó en el libro de visitas de la institución.
Desde allí, se desplazaron a la casa del Maestro y haciendo un recorrido por las diversas estancias de ésta, el Cardenal pudo conocer más a fondo la vida del Santo.
Continuando con el programa previsto, tras esta visita, el Cardenal y el Obispo llegaron a la Basílica en la que se custodian los restos mortales de san Juan de Ávila. Ante unas naves abarrotadas por los presbíteros de la Diócesis, dio comienzo la celebración de la misa.
En su homilía, el Cardenal hizo alusión a la vida del Patrón del Clero Secular Español, describiéndolo como un insigne ejemplo de santidad, tanto por su palabra como por su vida sacerdotal. Y recordó a los sacerdotes que la eucaristía debe ser el punto referencial de su magisterio, así como la santidad.
Culminada la celebración, el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos firmó en el libro de la Basílica, donde además entregó su solideo para mantenerse siempre cerca del Santo Maestro. Y tras esto, se llevó a cabo la ponencia del mismo en el Teatro Garnelo de la localidad, que llevó por título “La fuerza del silencio en la liturgia”. Precisamente sobre la importancia del silencio fue de lo que habló el ponente, destacando que es tiempo de poner a Dios en el centro de nuestra vida a través de la oración y el silencio. Y lo mismo aseguró a los presbíteros, a quiénes pidió que recen en silencio y lo mantengan siempre presente para encontrar a Dios.
De esta forma, culminaba la jornada en la que además celebraron sus Bodas de Oro y de Plata los sacerdotes que cumplían 25 y 50 años de su ministerio.